Cruceros
Sábado, Febrero 4th, 2012Imagina que estás en un hotel de 17 pisos, compartes espacio con otras 4000 personas, alli en el 5º piso por poner un ejemplo, te cuesta lo tuyo encontrar la habitación. Una noche pasa algo, digamos que se rompe una tubería del gas y te dicen que tienes que salir por piernas hasta la calle, lo que es una evacuación de personas no de otras materias.
¿Sería fácil? Deliro y ya siento que el miedo recorre el cogote, y, como poco no sé qué hacer. Noto que el sentido común puso pies en polvorosa y deja paso al sentido de la emergencia. corro al tún tún, grito, me desoriento (cosa nada extraña en mi), arrollo a una ancianita, pisoteo a una embarazada, aplico los términos del ¡sálvese quien puedaaaaaaa! Atenazada por negros pronósticos pienso que me puedo morir, sufrir un trauma que me haga caer en las garras de un psicólogo o experimentar algo para contar a los amigos hasta aburrirlos y así aflorar a la palicera que llevo dentro.
La situación puede ser aún más complicada si subes este teórico edificio ratonera encima de un cascarón de hierro flotante. ¡ Equilicuá ¡ ¡¡¡ ¡ Un crucero ¡¡¡¡¡
No entraré en el dudoso placer que es viajar durante unos cuantos días encerrado en un artilugio que derrocha combustible, abarrotado de desconocidos deseosos del glamour de “Vacaciones en el mar”, lanzados a la fiesta permanente, cebados en el bufett libre y lanzados a la carrera a ver los monumentos señalados en un mapa escala tras escala. Es que por definición un crucero no puede ser un lugar seguro, puesto en problemas es, por su naturaleza, un problema casi irresoluble. Si además tienes suerte y el responsable de su rumbo ( Oh capitán, mi capitán) es un idiota, cosa que se ha demostrado posible en el Costa Concordia, cambia tu destino de vacaciones y dirige tu rumbo a Villa Nanitos, también cutre pero al menos seguro.
Si me pierdo no me busquen aquí