Carmen de Bizet. Promúsica Murcia
Jueves, Noviembre 22nd, 2012Carmen es una gitana racial que por una tontería raja la cara de una compañera de trabajo. En el siglo XIX no se estilaba en las empresas la sección de personal que entre otros muchas tareas tiene la de crear buen ambiente entre los currantes. Carmencita termina en la cárcel por sus malas acciones y se camela a un cabo del ejército y con un par de tetas (perdón tretas) consigue que el infeliz la libere haciendo el paripé de llevarla a la cárcel sin llevarla.
Don José, el libertador, es degradado por su jefe que le arranca de cuajo las charreteras del mando dejándole el uniforme en lamentable estado. Don José ya tenía el corazón hecho jirones porque la Carmen le gusta mucho y, ya que ha perdido su prestancia militar se deja convencer por la susodicha y se dedica a la mala vida, más concretamente se une a un grupo de contrabandistas. En su nuevo trabajo Don José no está muy contento, tiene mala conciencia y celos de Carmen. Ella está harta de tanto arranque posesivo e intenta pasar. Carmen tiene fama de que más de seis meses no aguanta a un novio y los seis meses ya habían pasado.
La mala conciencia de Don José se dispara cuando una antigua novia, una dulce jovenzuela, viene a decirle que su madre se está muriendo. Carmencita mientras tanto queda prendada del torero Escamillo (si en estos momentos te suena en la cabeza eso de “Toreador”…., estás en el buen camino, forma parte de esta ópera).
Don José se va calentando porque, madres, novias y vida normal aparte, tiene una fijación carmenífera de libro, no se la puede quitar de la cabeza y quiere volver al noviazgo gitanesco, así pues, se hace el encontradizo con la gitana para rogarle, suplicarle, pedirle de rodillas… por unos amores que para Carmen ya han caducado.
Delante de la plaza de toros, con Escamillo en su faena, agotado el trance rogatorio, Don José mata y remata a Carmen a cuchilladas.
Conclusiones varias:
Después de casi un año escuchando óperas en el canal Mezzo, las de promúsica me saben a poco, aunque sean en directo. Ayuda muy poco que el ruso que interpreta a Don José sea un tenor bastísimo que se defiende a voces. Servidora salva de la quema al “Escamillo” que parece ser el único capaz de ponerle un poco de sentimiento a su papel. La orquesta escasísima, pasando notas y escatimando alegría y buen hacer. Lamentable.
En el siglo XIX la gente escuchaba poquísima música y una obra de tres horas se les pasaba en un suspiro. A mi, encajonada en un asiento del Víctor Villegas, se me hace larga, eterna a ratos. Deberían hacer versiones resumidas de las óperas.
Algunos especímenes masculinos de ahora recuerdan, muy tristemente, a Don José:” O mía o de nadie”. Resulta incomprensible que tu propia infelicidad sólo se resuelva matando al objeto de tu amor.